El Enigma de la 'Primera Planta' del Eixample de Barcelona: Cómo los constructores burlaron el Plan Cerdà
Barcelona, con su rica historia y arquitectura emblemática, tiene muchos secretos y curiosidades urbanísticas. Una de las más fascinantes es cómo los edificios del Eixample, la icónica expansión de la ciudad, llegaron a tener su primer piso en lo que parece ser el tercer nivel. Este fenómeno no es solo un capricho arquitectónico, sino una ingeniosa respuesta a las restricciones urbanísticas impuestas por el famoso Plan Cerdà.
El Plan Cerdà y la expansión de Barcelona
En el siglo XIX, Barcelona necesitaba expandirse más allá de sus murallas medievales para acomodar a una población en crecimiento. El ingeniero Ildefonso Cerdà fue el encargado de diseñar un plan de ensanche que buscaba mejorar la calidad de vida urbana mediante una cuadrícula de calles amplias y manzanas octogonales. El Plan Cerdà, aprobado en 1859, introdujo innovaciones en ventilación, iluminación y espacio verde, que todavía se aprecian hoy.
Limitaciones de altura y la picaresca constructora
Con la implementación del Plan Cerdà, el Ayuntamiento de Barcelona se dio cuenta de la flexibilidad con que los constructores interpretaban sus normas; añadiendo, por ejemplo, dos plantas (reduciendo la generosa altura del resto de plantas) sin que el concepto de Cerdà se viera afectado. Para controlar el crecimiento vertical, se impuso una regulación estricta: los edificios no podían superar las cuatro plantas. Sin embargo, los constructores, lejos de desanimarse, encontraron una manera creativa de eludir esta restricción sin romper técnicamente la ley.
Para cumplir con la normativa y aun así maximizar la altura de los edificios, los constructores cambiaron las reglas del juego mediante una simple alteración en la nomenclatura de los pisos. Aquí es donde nace la picaresca:
- Entresuelo: Esta denominación permitió a los constructores incluir un nivel adicional entre la planta baja y lo que debería ser la primera planta. Aunque funcionalmente era un piso completo, legalmente no se contaba como tal.
- Principal: Conocida también como la «planta noble», este nivel era reservado para los dueños del edificio o los burgueses que financiaban la construcción. Estaba elevado sobre el entresuelo, ofreciendo mejores vistas y mayor prestigio.
- Primera planta (real): Según la ley, esta era la primera planta oficial, ubicada en el tercer nivel desde la calle. Este truco de nombres permitía a los constructores añadir más niveles sin violar la normativa de las cuatro plantas.
- Ático y sobreático: Los pisos superiores, frecuentemente retranqueados y adornados con elementos modernistas, se consideraban «otra cosa» y no se contaban dentro del límite de cuatro plantas.
Este juego de nombres no solo era una táctica legal, sino también una estrategia de marketing. En una época sin ascensores, vivir en los niveles inferiores era un lujo, ya que se evitaba subir largas escaleras. Así, un «primer piso» (aunque fuera el tercer nivel real) se vendía mejor y a un precio más alto que un tercer piso.
La tribuna: Mirador privilegiado
Una característica distintiva de las plantas principales eran las tribunas, balcones cerrados que sobresalían de la fachada. Estos permitían a los residentes observar la vida de la ciudad desde una posición privilegiada, sin ser vistos, combinando comodidad y prestigio.
Legado del Plan Cerdà y la Picaresca
Hoy, paseando por el Eixample, es fácil admirar la elegancia y la planificación de esta expansión urbana. Pero detrás de las fachadas modernistas y los amplios bulevares, se esconde una historia de ingenio y adaptabilidad. La capacidad de los constructores para burlar las restricciones legales con creatividad y astucia es un testimonio de la picaresca y el pragmatismo catalán.
El legado del Plan Cerdà no solo reside en su diseño urbano, sino también en cómo se vivió y se adaptó a las circunstancias. Esta mezcla de visión utópica y realidad práctica ha dejado una huella indeleble en la arquitectura y el carácter de Barcelona.